sábado, 17 de octubre de 2009

¡¡TANTO TRABAJAR Y NO TENGO NAA…!!


¿Cuál es la esperanza que estamos viviendo?

Hoy día en una sociedad en que, “no el que más trabaje, más dinero tiene”, sino aquel que sepa mover fichas (como se dice vulgarmente) en partidos políticos, empresas, e incluso hacen uso de sobornos para alcanzar algún puesto importante…, es de lo más común en Colombia. Ya se podría ir dejando ver nuestra moral social como esta por el piso, e incluso más importante la moralidad del ser humano. Toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral.

Es lastimoso ver que la pobreza cada vez mas afecta a la gran parte de los colombianos, y el resto ni nos interesamos en lo mas mínimo por dar soluciones o aportar métodos que incluso nos ayuden a el mejoramiento de la calidad de vida de tantas personas.

Ya que como eso no me afecta en mi desarrollo como “persona” (supuestamente), o en mi trabajo miramos a los pobres como… si ese hubiera sido el destino que les hubiera tocado…

Simplemente lo que hacemos, muchas veces, es dar “moneditas” a aquellos que vienen a solicitarnos ayuda, no pensando que esta persona más que una monedita necesita de que la escuchen, que la ayuden y que la oriente hacia un desarrollo de sus capacidades, estamos siendo personas de carácter minimalista, que damos lo mínimo que creemos que esta persona necesita de nosotros, y nos olvidamos de que la caridad sin Dios, como dice el Papa Benedicto en su encíclica,

La caridad sin verdad se puede se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios.

Nos quedamos patinando en la situación de pensar que la otra persona, por verlo de un aspecto poco digno… es un pobre, un drogadicto, un indigente… que él solo puede salir… en fin, tantas connotaciones que podemos insinuar con el pensamiento.

Y no debemos considerar a los pobres como un ‘fardo’, sino como una riqueza incluso desde el punto de vista estrictamente económico.

Nosotros como empresarios modernos de nuestra propia vida debemos partir y plantearnos metas, “el que no sabe para donde va, nunca llega” , respecto a esta afirmación que nos hace un emprendedor paisa de 91 anos, podemos deslumbrar la falta de capacidad, de nosotros seres humanos, de pensar. ¡Sí!, de pensar solo en aquello que nos conviene y nos da los suficientes ingresos económicos para lanzar al mercado un proyecto, ya que en lo único que tenemos puesta nuestra mirada es en el dinero y no en un progreso integral como nos lo relata nuestro Papa en su encíclica…

“No basta progresar solo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona la problemática compleja de la promoción del hombre”

Los ejecutivos piden y forman empresarios con visiones, misiones y estrategias. Pero se les ha olvidado de la formación moral de cada persona que está en frente de las empresas, y dejan una pregunta totalmente de lado… ¿Cuál es nuestro fin? Esta pregunta debe darnos una razón más profunda del sentido de nuestra empresa, a esto nos hace referencia la Doctrina Social de la Iglesia y el Papa en su encíclica, a vivir cada vez más en la verdad, identificar una razón de nuestra existencia distinta al dinero.

Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello .

Y es el mismo Señor quien nos exhorta, en este pasaje evangélico, a vivir la caridad sin apartarnos del amor de Dios, ya que si nos apartamos de Él, llegaremos a ser simplemente unos funcionarios de la filantropía, fríos, sin ideales, en donde solo importan los resultados.

Debido a esta situación, el mundo globalizado de hoy está pidiendo verdaderos valientes que sean capaces de arriesgarse en una aventura con la Verdad, con Cristo, en la verdadera caridad…

Por esto, me remito a retomar cuatro ideas principales que nos da el destacado profesor de Harvard, Mourkogiannis, para establecer un propósito moral bien definido:

1. Afán por descubrir: Deseo de innovar y aportar al mundo. Innovar en nuestras pastorales, catequesis, grupos juveniles, reflexiones, homilías… esto, solo nos lo inspirara el Espíritu Santo, ya que es Él, el que se encarga de hacer nuevas todas las cosas.

2. Propósito de la excelencia: Emprendedores que se levanten todos los días con ganas de construir lo mejor. Renovando todos los días nuestro “FIAT” al Señor a la vocación que hemos sido llamados… ¡a la Santidad!

3. Altruismo: Pasión obsesiva por atender a sus clientes (las almas), dispuesto a hacerlos discípulos y misioneros de Cristo y llevarlos al encuentro con Cristo vivo y resucitado en la Eucaristía, iniciándolo en una continua conversión a Dios por medio de las manos maternales de la Santísima Virgen María.

4. Heroísmo: Personas que sean capaces de decir ¡Voy a cambiar el mundo!, recordando que es Dios quien nos da la gracia y la fuerza para ir en contra de muchas doctrinas que han contaminado el alma del ser humano.

Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio .

Estas ideas nos dan una visión más amplia a cada uno de nosotros de las disciplinas que debemos manejar muy bien para proyectarnos y establecer nuestras metas, además para aplicarlas en todo momento como nos dice san Pablo en su segunda carta a Timoteo… Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina .

Seamos pues, unos portadores de la Palabra, y así de esta manera incremente nuestro celo apostólico por las almas que el Buen Dios nos ha encomendado. Y como nos decía el Padre John Freddy Giraldo en una Eucaristía, “si no ardemos de amor en la Iglesia, el mundo corre el riesgo de morir con frio”.



Juan Alberto Giraldo Aristizábal

Propedéutico


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